Si queremos que nuestros hijos sean buenas personas, solidarias, generosas y amables con los demás, debemos serlo también nosotros.
Porque ellos aprenden viéndonos, nuestras acciones entran en su corazón y se quedan ahí para siempre; no dudemos que de esta manera nos querrán imitar.
Las buenas palabras, consejos y recomendaciones que les digamos ayudarán y desde luego dejarán también huella.
Enseñemos a nuestros hijos cómo ser buenos siéndolo nosotros también.
¡¡Aprendamos para poder enseñar!!
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