“Cuando se le habla, parece que no escucha. Se pone a hacer los deberes y se levanta cada 10 minutos. Hay que recordarle todos los días que prepare su mochila. Sólo se concentra cuando está jugando o cuando se pone a ver la tele”.
¿Alguna vez nos hemos escuchado verbalizando estas palabras o similares al hablar con otras personas de nuestros hijos? Son habituales y frecuentes en cualquier familia que tenga hijos en edad escolar.
La buena noticia es que hay 3 reglas de oro que se pueden aplicar para mejorar la concentración de los niños en su tarea escolar. A menudo, aunque de forma intuitiva hemos utilizado algunas de estas claves, no hemos alcanzado el éxito en el cambio esperado porque no hemos contemplado que la concentración estaba implicada en alguna de estas reglas.
Estas 3 reglas de oro son las siguientes:
- Inculcar hábitos.
- Cuidar el clima emocional.
- Cuidar el clima ambiental.
1. Inculcar hábitos relacionados con la tarea escolar.
Un hábito es una conducta que se hace todos los días, sin tener que tomar la decisión de hacerla o no. Si cada día se hacen las mismas cosas en el mismo momento, se permite al cerebro liberar esfuerzos que se pueden dirigir a los elementos complicados de los deberes (comprender un problema, memorizar el contenido para un examen, etc.).
Para favorecer un hábito que facilite la concentración es importante:
- Distribuir el tiempo en función de las características personales de cada niño.
Es decir, tener en cuenta el tiempo máximo que cada niño puede mantener la atención a nivel óptimo y plantear los descansos en función de ese intervalo. Valorar la dificultad que tiene con las diferentes asignaturas y planificar el orden de realización en función de ella, empezando por una dificultad media, aumentar la dificultad y terminar por las más fáciles.
A la hora de instaurar hábitos escolares, puede ayudar considerarlos como otro hábito más. Por tanto, cualquier paso que nos haya facilitado la incorporación de otros hábitos, se puede repetir para fomentar la rutina escolar.
- Sacar el máximo partido al tiempo de trabajo.
No confundir cantidad con calidad. El objetivo es que nuestro hijo haga el máximo en el menor tiempo posible. Si hemos adaptado la rutina planteada a sus características personales, va a ser más sencillo. En la rentabilidad del tiempo, van a influir mucho las gratificaciones a las que nuestro hijo tiene que renunciar por hacer su tarea escolar. Es preferible planificar un descanso para que pueda ver 10 minutos sus dibujos favoritos entre dos tareas escolares, que tenerle en la lucha interior de desear ver los dibujos y estar haciendo la tarea escolar.
2. Cuidar el clima emocional.
El bienestar y las emociones positivas facilitan el aprendizaje. La relajación, el disfrute, la alegría, influyen en el compromiso con la tarea.
A veces, cuando nuestros hijos se distraen mientras hacen sus deberes, no tenemos en cuenta la influencia que tienen distractores que no vemos, porque están en su interior.
Un distractor interno es cualquier sensación, pensamiento o emoción que interrumpe al niño mientras que hace sus deberes. Pueden ser, entre otros:
- Una sensación de hambre provocada por la ansiedad de enfrentar una tarea difícil.
- Una emoción muy positiva que perdura, por ejemplo, la alegría que ha sentido en el colegio al marcar un gol que ha hecho ganar a su equipo.
- Un pensamiento recurrente, como “no voy a ser capaz de hacer bien esta tarea”.
Si conseguimos dar espacio en la vida de nuestros hijos a la expresión de sus sensaciones, emociones y pensamientos, y establecemos las rutinas adecuadas para su expresión, va a ser más fácil que no interfieran en su tarea escolar.
3. Cuidar el clima ambiental.
Es lo primero que se nos suele ocurrir para mejorar la concentración de nuestros hijos: facilitarles un entorno que les ayude a organizar todo lo que necesitan para hacer sus deberes y cuidar que las posibilidades de interferencias externas sean mínimas (ruidos, teléfono, hermanos que entran en la habitación, etc.).
Si en el espacio en el que el niño hace los deberes se dispone de elementos ambientales adecuados (paneles, pared, corchos, etc.), estos se pueden utilizar para facilitar al niño la visualización de los diferentes pasos que tiene que dar para realizar sus tareas. De este modo, conseguirá un aprovechamiento más eficaz de su tiempo de estudio. Si se utilizan imágenes en las que cada paso tenga asociado algún elemento que sea agradable para el niño, va a influir en su predisposición positiva hacia la tarea, sin ser consciente de esa influencia. Pueden ayudar imágenes de sus personajes favoritos, deportes, aficiones, etc.
Fuente: PiensaPiensa
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