A todos nos ha podido pasar que estando en el parque presenciamos una escena en la que un niño empieza a llorar porque le han quitado el juguete. Los padres se acercan a su hijo y le dicen: “No llores, que no pasa nada”, “no es para tanto” , “es una tontería”… ¿Qué mensajes les estamos transmitiendo al niño con estas frases? De forma indirecta le estamos diciendo: “No te enfades”, “enfadarse es malo”, “no expreses lo que sientes”…
Cuando algo causa dolor a un niño se le suele intentar calmar con un caramelo, un juguete, un beso o distrayendo su atención, de esta forma se le enseña que así se le va a pasar. Esto puede ser una buena forma de tranquilizarlo pero antes es importante aceptar y tener en cuenta su emoción (ej, “estás enfadado” “es normal que te sientas así”).
Es importante aprender a conocer las emociones y así poder comprender mejor a nuestros hijos.
¿Qué es el conocimiento emocional?
Muchas veces nosotros los padres nos preguntamos cómo hacer para que nuestros hijos no tenga rabietas, para manejar los enfados… El conocimiento emocional es el primer paso para poder manejar y regular las emociones de forma adecuada.
Hay que diferenciar conocer y reconocer. Conocer es saber qué son las emociones y cuáles son las más importantes y básicas (alegría, miedo, tristeza…). Reconocer, es identificar qué emociones siente cada uno ante diferentes situaciones.
Otro aspecto fundamental es normalizar las emociones, es decir, transmitir a nuestros niños que todas las personas sienten enfado, tristeza , alegría, miedo… Es necesario aceptar que existe esta emoción para poder manejarla después de forma adecuada.
La expresión de las emociones hace sentir mayor bienestar, desahogo y también ayuda a que los demás te conozcan mejor. Contar a alguien de confianza qué te pasa y cómo te sientes, refuerza el vínculo con la otra persona y aporta afectividad a la relación.
Aprender sobre las emociones en la familia, ayuda a conocer, a entender a nuestros hijos y a poder identificar qué emoción está sintiendo para darle más apoyo.
Otro aspecto fundamental es normalizar las emociones, es decir, transmitir a nuestros niños que todas las personas sienten enfado, tristeza , alegría, miedo… Es necesario aceptar que existe esta emoción para poder manejarla después de forma adecuada.
La expresión de las emociones hace sentir mayor bienestar, desahogo y también ayuda a que los demás te conozcan mejor. Contar a alguien de confianza qué te pasa y cómo te sientes, refuerza el vínculo con la otra persona y aporta afectividad a la relación.
Aprender sobre las emociones en la familia, ayuda a conocer, a entender a nuestros hijos y a poder identificar qué emoción está sintiendo para darle más apoyo.
Etapas del desarrollo emocional
El desarrollo emocional no es algo automático, sino que va evolucionando poco a poco durante la infancia:
0 a 12 meses: Los bebés comienzan a diferenciar expresiones faciales de alegría, enfado y tristeza. A partir de los 7 meses mejora el reconocimiento de las expresiones de las emociones ajenas. Aparece la sonrisa social.
1 a 3 años: Aparecen las emociones secundarias: vergüenza, culpa y orgullo… y la comprensión de las emociones que sienten los demás.
3 a 6 años: Mejora la comprensión de las causas y consecuencias de las emociones. Son capaces de disimular parcialmente lo que sienten.
7 a 12 años: Se dan cuenta de que las reacciones emocionales pueden ser diferentes ante el mismo acontecimiento. Comprensión de las emociones contradictorias de los demás.
Adolescencia: Percepción de las emociones contrarias (enfado y cariño). Mayor conciencia de sus estados afectivos y sus consecuencias. Inestabilidad emocional.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a conocer sus emociones?
Estos son algunos recursos para poner en práctica:- Fomentemos el vocabulario emocional: hablando de emociones propias, emociones que aparecen en los cuentos, películas… Ej: “cómo crees que se siente el protagonista”.
- Ayudemos a nuestro niño poniendo en palabras lo que puede estar sintiendo, ej: “parece que estás triste”.
- Preguntemos a nuestro hijo cómo se siente ante una situación que ha vivido y no solo que ha pasado, ej: ¿cómo te has sentido hoy en el colegio? y no sólo ¿qué has hecho en el colegio?
- Hablemos de nuestras emociones para que nuestros pequeños hablen también de las suyas y así ofrecer un buen modelo, ej: “estoy enfadado porque en el trabajo mi jefe no me ha tenido cuenta”.
- Normalicemos las emociones que siente, ej: “es normal que estés enfadado si te han quitado tu juguete, yo también me enfadaría si me quitan mis cosas”.
Podemos acercar a nuestros hijos a las emociones de forma lúdica. Hay muchos juegos con contenidos emocionales para jugar en familia. Además de compartir diversión, lo niños se familiarizan con ellas. También podemos hacer carteles de cómo nos sentimos cada uno, colorear caritas con diferentes expresiones e incluso, preparar un juego para aprender las emociones.