Hay que medir, pensar, equilibrar... y poner todo en marcha.
Pero, para eso uno tiene que llevar en el alma un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta y kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar, mientras uno trabaja, que ese barco, ese niño, irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que, cuando un día, esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.
Gabriel Celaya
Precioso!
ResponderEliminarSin duda, esa es nuestra labor, nuestra intención, nuestra obligación para con nuestros hijos, para que jamás pierdan el rumbo...