Hizo su maleta y puso todas las cosas necesarias para su aventura en su concha de espiral: pijama, almohada, una hoja de lechuga bien grande, agua, bañador, crema protectora y gafas para el sol. Y comenzó su viaje, muy lento, normal porque era un caracol, pero muy contento pensando en sus días de calor que estaban por llegar.
Ilustración: Ana del Arenal |
El momento más difícil del viaje fue aquel en el que se encontró frente a una enorme colina que había que subir. Su concha, tan cargada de útiles, le pesaba demasiado y además ¡empezaba a estar cansado! Así que hizo una parada y aprovechó para almorzar la lechuga y el agua. Ahora iba más ligero pero sin embargo Col tenía la tripa demasiado llena ¡había comido y bebido tanto! Decidió echarse una siesta ¡menos mal que había cogido el pijama y la almohada!
Después de la siesta Col se sentía mejor y con fuerzas para empezar el ascenso por la colina. Y cuando por fin llegó a la cima sus antenas no podían creerse lo que estaban viendo ¡un extenso valle soleado! Se deslizó y corrió colina abajo como nunca un caracol lo había hecho, hasta llegar al valle.
Se puso su bañador, gafas de sol y extendió por su concha la crema solar ¡había encontrado el bosque en el que quería vivir! Hacía calor y el sol brillaba. Así que decidió quedarse allí y convertirse en el caracol miricol ¡que siempre se estaba tostando al sol!
Publicado por: "El baúl de los cuentos"
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