A todos nos gusta tener niños buenos y responsables, para que sean cumplidores de sus obligaciones hay que enseñarles con amor, ternura y dedicación cómo enfrentarse a su día a día. Indicándoles cuáles son sus siguientes pasos, uno a uno.
Un niño responsable es aquel que:
- Puede razonar lo que hace.
- No echa la culpa a los demás sistemáticamente.
- Es capaz de escoger entre diferentes alternativas.
- Puede jugar y trabajar a solas sin angustia.
- Puede tomar decisiones que difieran de las que otros toman en el grupo en que se mueve (amigos, pandilla, familia, etc.)
- Posee diferentes objetivos e intereses que pueden absorber su atención.
- Respeta y reconoce los límites impuestos por los padres sin discusiones inútiles o gratuitas.
- Puede concentrar su atención en tareas complicadas (dependiendo de su edad) durante cierto tiempo, sin llegar a situaciones de frustración.
- LLeva a cabo lo que dice que va a hacer.
Reconoce sus errores.
¿Somos nosotros lo suficientemente responsables? Para que ellos lo sean, también debemos serlo nosotros. El ejemplo es el mejor aprendizaje para un niño.
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