Tenemos que tener una serie de conceptos muy claros y tenerlos muy en cuenta a la hora de educar a nuestros hijos:
- Educar es una tarea que combina serenidad, firmeza y paciencia.
- Los niños tienen sus propios intereses, deseos, con frecuencia diferentes -y en ocasiones opuestos- a los nuestros.
- Ser firme en los límites concede al menor unos puntos de referencia que le permitirán madurar y crecer interiormente de forma armónica.
- Cuando los padres establecemos la autoridad de una forma clara no se pierde el cariño de los hijos, por más que éstos nos respondan con expresiones duras como: "te odio, te odio y te odio"; "ya no te voy a querer más"; "lo que pasa es que no me quieres". Son fruto de su momentánea cólera, no de sus sentimientos más profundos.
- Un estilo autoritario puede convertir al menor en un futuro adolescente tiránico con sus iguales, al imitar en sus relaciones sociales cómo fue tratado de pequeño.
- Autoritarismo ("lo haces porque yo lo mando") no es lo mismo que tener autoridad ("lo haces porque debes hacerlo"). El autoritarismo impone sin explicación y genera rechazo, la autoridad razona las normas e instrucciones y acaba por generar conformidad en los hijos.
- Mostar excesiva permisividad con nuestros hijos los invita a tomar el mando en el hogar ante la ausencia de límites o consecuencias y el vacío de poder.
- Debemos respetar los estados de ánimo de nuestros hijos (enfadados, o alegres; frustados o satisfechos; inquietos o tranquilos). Como seres humanos, tiene derecho a sentirse de determinada forma. Los estados de ánimo no se imponen, se respetan y se comparten.
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