jueves, 5 de junio de 2014

Palabrotas

Probablemente todos los niños dicen o han dicho alguna palabra fea en algún momento de sus vidas. Sin embargo, algunos desarrollan este comportamiento que se convierte en un hábito serio. Nosotros, los padres, por lo general no sabemos cómo manejar el tema para evitar que sigan usando esas palabras hirientes, groseras, horribles y cuando las escuchamos por vez primera nuestro asombro nos impide decir algo para evitar que esto continúe.

Cuando los niños son pequeños y dicen estas malas palabras, generalmente se trata de un acto de repetición de lo que han escuchado. Están solamente aprendiendo a usar el lenguaje para comunicarse así que imitan cualquier palabra que escuchan, pero no están intentando herir u ofender a nadie; solo desean desarrollar sus habilidades verbales.

Los niños más grandes dicen males palabras debido a varias razones. Si se trata de una palabra que no usan a menudo, posiblemente la usen sin darse cuenta de que es ofensiva. Quizás solo consideran que es una palabra guay y nueva para ellos. En ocasiones los niños también usan palabras groseras para llamar la atención y nosotros los padres, por supuesto, muy sorprendidos intentamos ignorarlas, en especial si las dicen fuera de cualquier contexto lógico. Nuestras reacciones suelen ir de la ira a la risa y por ello, la próxima ocasión en que el niño busque atención, repetirá la palabra porque sabe que la misma concitó nuestra atención. Desafortunadamente, esto suele producirse en los momentos más inoportunos.


Cuando los niños crecen se empiezan a dar cuenta de que hay palabras que se consideran ofensivas y por lo general dejan de usarlas pero, al llegar a la adolescencia, nuevamente les pica la lengua por pronunciarlas, en especial cuando se sienten frustrados o quieren herir a otros. Pero también están aquellos chicos que usan las palabras groseras para llamar la atención cuando se encuentran dentro de su grupo de amigos.

Es aconsejable que no reaccionemos con hostilidad cuando nuestros hijos digan malas palabras porque si se hace una película del asunto, muy posiblemente causará el efecto contrario al buscado y nuestros pequeños seguirán usándolas para perturbarnos con ello.

También es importante que no nos riamos cuando dicen malas palabras porque, a pesar de que a veces pueden producir hilaridad, nuestra risa hará que nuestros hijos busquen repetir la ocurrencia que causó esa risotada y usen más tarde la palabra porque quieren que vean lo chistosos que ellos son.

Sin embargo, lo más importante es que tengamos cuidado con el lenguaje que usamos en frente de nuestros hijos porque ese es el ejemplo que reciben en casa y si nosotros los padres decimos palabras groseras frecuentemente, no tendremos la autoridad suficiente para impedir que nuestros hijos hagan lo mismo.

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