lunes, 23 de febrero de 2015

Los secretos de un niño que come bien

¿Cómo se educa el hábito de comer?
Qué gozada tener un hijo/a que come bien, ¿verdad?
Qué gusto da, verle y darle de comer. ¿A que sí?

Pues en las próximas líneas os voy a explicar cómo conseguirlo.

Tener un niño que come bien no es cuestión de suerte, sino de habilidad. El hábito de comer se educa, se enseña.

Recordad esta frase famosa nuestra:
"A UN NIÑO NO SE LE DA DE COMER... SE LE OFRECE DE COMER"

Y no olvidéis esto:
Si un niño es problemático para comer, la culpa SIEMPRE es de un mayor: sus padres o persona responsable, -a veces en el colegio-.
Ha creado un problema y el niño manifiesta rechazo por esa situación.
Esto es lo que hay que evitar: crear un problema. Hay que evitar que el niño/a cree rechazo por la comida.
Los problemas aparecen cuando se fuerza la tendencia NATURAL del niño/a a comer. Bien sea en relación a CUÁNDO - la hora a la que “debe tener hambre” (la hora de comer)-, o CUÁNTO tiene que comer.

Os lo explico. Los mayores nos hemos marcado “hora de comer”, que además es distinta en Francia, que en Alemania o en Italia.

¡Qué curioso! ¿Qué pasa, que el hambre tiene hora? ¿Cuántas veces has dejado de comer "a la hora de comer" porque no tenias hambre? Y entonces... ¿alguien te ha obligado a comer, o te ha castigado por no comer?
Y ¿cuántas veces te has tomado una tortilla a media mañana porque tenías hambre? Pero... si ¡¡no es la hora!!
Pues para empezar, al hambre de nuestros hijo/as le ponemos hora. Pensadlo un momento... Tiene que tener hambre a la hora que nosotros decidamos.
¿No os parece que no es natural?

Nociones fundamentales: comer es algo NATURAL.
El hambre es algo presente en todo ser vivo de manera natural y espontánea. Todo ser vivo sano experimenta hambre –al igual que sed-, y come lo necesario para satisfacer el hambre.
El hambre está destinada a ingerir las calorías que el organismo necesita, y está regulada por los Centros del Hambre y de la Saciedad, localizados en una zona del cerebro llamada Hipotálamo.
El niño también es un ser vivo, y por tanto también sentirá hambre o estará satisfecho, según se lo indiquen sus centros del hambre y de la saciedad.
Todo ser vivo al que se le ofrezca comida suficiente, de manera espontánea y natural, comerá siempre lo necesario –a veces incluso más-.

Ahora bien, unos tendrán unas necesidades mayores que otros y por tanto comerán más.
El caso de los niños es igual. Si se les OFRECE comida suficiente y variada, de manera NATURAL comerán siempre lo necesario para un desarrollo físico e intelectual normal.


Los problemas surgen porque los adultos modificamos la tendencia natural: les decimos cuándo tienen que tener hambre ("hora de comer"), cuánto tienen que comer, y cómo lo tienen que hacer (puré, entero, frito, con salsa...). De modo que es normal que presenten cierta resistencia (seguramente no tiene hambre en ese momento o tiene menos de la que nosotros deseamos, o no le gusta), y si seguimos forzando la situación acabará aborreciendo el hecho de sentarse a comer –y su madre también-.
De modo que la habilidad –y el secreto- residen en educar sin forzar.
Puntos de Referencia: el percentil de Peso y Talla.

Los niños gastan sus calorías en:
• crecer
• actividad física
• mantener el organismo en funcionamiento (metabolismo basal)
• luchar contra las enfermedades

Cuando al organismo le faltan calorías, el centro del hambre envía una señal y se siente hambre.
De modo que se come básicamente para mantener el percentil de peso y talla, y ser capaz de desarrollar una actividad física adecuada. Los adultos, además, comemos –o no comemos-, por otras razones, digamos "no naturales": placer, estética..., que modifican nuestra tendencia natural a comer más o menos.

Así pues, los parámetros de referencia para saber si un niño come suficiente serán precisamente esos:
- mantiene el percentil de peso y talla,
- su actividad física es normal
- está aparentemente sano
Entonces seguro que come suficiente. Pretender que esté más gordito o que crezca más, es forzar su tendencia natural, y forzar significa crear problemas. Se debe aceptar al niño como es. No se es más débil, ni se tienen menos defensas por estar delgado, o se coge anemia. Eso es antiguo. Si un niño aparentemente delgado para su talla mantiene su percentil de peso, eso quiere decir que su constitución es así.

Por lo tanto, se debe ser muy respetuoso con el apetito del niño y nunca obligarle a comer. Únicamente habremos de asegurarnos de que no está enfermo, y de que mantiene el peso y la talla.
Eso sí, habrá que educar ese apetito: debe aparecer a determinadas horas (hora de comer), y debe ser capaz de comer cualquier cosa.


Algunos consejos:
1.-Ante todo, no le obligues a comer ¡¡nunca!!
Al niño se le ofrece de comer; no se le da de comer.
Comer es satisfacer una necesidad, y por tanto si no come, y no está enfermo, es que no siente necesidad, y no se le debe obligar. Sólo debes vigilar su percentil de peso y asegurarte de que no parezca enfermo.
Si no estás segura acude a la consulta.

2.- Debe comer acompañado.
Los niños copian lo que ven hacer a los mayores u otros niños. Si come acompañado, tenderá a comer como ellos, siempre que no se le fuerce. Es muy frecuente el caso de la madre que se queja de lo mal que desayuna su hijo, cuando ella sólo toma un café, corriendo y de pie (y el niño lo ve).

3.- No debe comer entre horas. Si lo hace tendrá menos hambre a "la hora de comer".

4.- No permitas apetitos caprichosos. "El que tiene hambre come pan duro".
No le ofrezcas alternativas. Dale solamente lo que ya has preparado. No le preguntes si quiere o no, o qué quiere comer hoy. No se lo cambies por otra cosa. Si no lo quiere, respétale, y simplemente pasa al siguiente plato.

5.- No te compliques la vida.
Plato único equilibrado. Estar sentado largo tiempo aburre al niño y se cansa. Ponle un plato único, combinado (hidratos de carbono, proteínas, verduras). Por ejemplo: espaguetis con salsa de tomate, (que seguramente llevará zanahoria y cebolla), y carne picada.
Tampoco te empeñes en que abandone los purés como sea de la noche a la mañana. Todos hemos aprendido a masticar. Primero se introduce la consistencia "masa" -aplastado-, luego suelen empezar a masticar del plato de los mayores, y finalmente comen entero. Ten en cuenta que los grumos o tropiezos en los purés le darán náuseas y vomitará.

6.- No le pongas la tele, un vídeo, o le cuentes cuentos para distraerle y que coma.
Estás creando un mal hábito.

7.- No le castigues por no comer.
Tampoco le premies. Comer no es un objetivo, como si fuera un título o una distinción. Comer debe ser algo que pase desapercibido. Si por ejemplo. se te ocurre dejarle sin el postre que le gusta, hazle entender que no es un castigo, sino que simplemente si no ha tenido hambre para comer el primer plato, tampoco puede tener hambre para el postre (apetito caprichoso).

8.- Sé firme en tus decisiones.
No hagas concesiones. Unas veces sí y otras no. Pero sé cariñosa. Tampoco hace falta que seas un sargento desagradable. Si eres firme, el niño aprenderá a "respetar los límites". Si por el contrario no lo eres, aprenderá que a veces cedes, y siempre estirará del hilo hasta conseguir lo que quiere.

Resumen:
No debes DAR de comer a tu hijo/a, debes OFRECERLE.
Y respetar si quiere comer o no, y cuánto quiere comer.

Autor: Dr. Javier Cerero (Pediatra)

1 comentario:

  1. Gracias por los consejos del final :)
    Ufff, ando cometiendo varios errores :/ espero mejorarlos!!

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Caracol Miricol te da las gracias por tu comentario.