sábado, 31 de agosto de 2013

¿Por qué acunamos a los niños sobre el lado izquierdo de nuestro cuerpo?

Desde hace varias décadas los científicos se han preguntado por qué alrededor del 80% de las mujeres, independientemente de si son diestras o zurdas, utilizan el brazo izquierdo para acunar a sus retoños, en lo que parece ser un comportamiento instintivo. El primero en sugerir una explicación fue el psicólogo estadounidense Lee Salk. Inspirándose en el comportamiento de los monos macacos Rhesus, originarios de Asia, propuso que los latidos del corazón materno eran la causa de tales preferencias. Aunque su teoría estuvo extendida durante un tiempo, estudios posteriores demostraron que, tanto para el feto como para el recién nacido, el sonido predilecto era la voz de su madre, y que los sonidos cardíacos no parecían tener mayor trascendencia.


La hipótesis más fiable llegaba hace unos años de manos de Victoria Bourne y Brenda Todd, de la Universidad británica de Sussex. Estas investigadoras atribuyen la costumbre a un sofisticado proceso en el que están implicados los hemisferios cerebrales de madre e hijo. Así, cuando un niño es acunado en el lado izquierdo de la madre, sus reacciones –llanto, risa, bostezo…– llegan directamente al hemisferio cerebral derecho materno, que es donde se reconocen los gestos emocionales y las expresiones faciales. En consecuencia, se refuerza la relación porque la madre tiene un acceso más rápido e intuitivo a las necesidades del niño.

viernes, 30 de agosto de 2013

El miedo

Los niños aprenden a tener miedo
El miedo está relacionado a un comportamiento de otra persona. Cuando un niño se hiere, experimenta una sensación de dolor, pero cuando va a vivir una situación de riesgo y alguien le avisa con exaltación del peligro, el niño se parará a pensar y tendrá miedo. Y eso es emoción. El miedo no es una experiencia directa del niño. El dolor sí. El dolor es un aprendizaje directo y, por lo tanto, el niño sabe exactamente lo que ocurrirá. El miedo es indirecto, por lo tanto, no sabe lo que ocurrirá.

Qué hacer ante el miedo de los niños
Como el miedo aparece porque hay alguien que lo enseña, desaparecerá cuando haya alguien que lo disuelva. Jamás una madre que tenga miedo del miedo de su hijo podrá ayudarle a sentirse más seguro. Tendrá que estar segura primero de que continuar con ese miedo no le facilitará la vida sino que la entorpecerá. Está claro que hay que tener miedo. Es necesario para sobrevivir, diferenciar la realidad de la fantasía y temer a las situaciones reales de riesgo como tirarse por la ventana, salir volando o ser un superhéroe. Es necesario añadir que las diferencias para vivir los miedos siempre serán individuales y muy personales porque habrá niños que aún aprendiendo de situaciones reales con los miedos de sus padres sean más arriesgados que otros y, por lo tanto, sean menos miedosos. Y a ellos no hay que potenciales el miedo, sino enseñarles sus límites. Como, por ejemplo: el que no puede tener alas para volar como Superman, etc.

Otros tipos de miedos infantiles
Hay miedos que surgen con los cambios. Ocurren por reacción a una situación (cambio de escuela, casa, comida, amigos, lenguaje, etc.) que el niño haya tenido una vida estable anteriormente, que de pronto cambia sin previo aviso o sin que haya nadie que se haga de mediador en la situación nueva. Como reacción natural de cualquier ser humano a lo nuevo, aparece el miedo. Ante lo nuevo, no hay edad, este miedo lo puede experimentar igual un niño que un adulto, la reacción es de inseguridad. Cuando hay cambios, parece que todo está dando vueltas, y la primera reacción es el miedo.

Cómo desprenderse del miedo: ¿se quita el miedo?
Sí. El miedo es como un "vecino raro" que se instala en la casa. Si es bien recibido seguramente se quedará. Es como un mago. Si le quitas la magia, perderá su encanto y dejará de ser un mago. Al miedo, como al "Señor de los Anillos", hay que quitarle el poder. Y el poder siempre está por algo que desconocemos. La varita mágica es el desconocimiento. Por ello, hay que explicar, de una forma lógica, lo que produce miedo al que lo siente. Es primordial para quien quiera disolver el miedo de un niño, quererlo, creerlo, y estar convencido de que puede hacerlo. Es más: es necesario creer que el miedo no tiene utilidad para el niño, dándole una explicación lo más verdadera posible. Existen distintos miedos en la infancia. Pero, en todos los casos, es más fácil explicar el miedo como si fuera un mago, un vecino, algo raro, pero colectivo, para que el niño lo comprenda mejor.



Estrategias contra el miedo, según la edad de los niños

Niños de 4 a 5 años
- Contar un cuento inventando algo, un objeto más cercano y conocido por el niño, que sea como una varita mágica para dar seguridad. Ejemplo: en la historia de Dumbo. Le dio más seguridad saber "que para volar sólo tenía que llevar la plumita mágica". Así Dumbo perdió el miedo a volar.

Niños de 6 a 7 años
- Acompañar al niño en el miedo. Hacer que se sienta seguro. Poner humor y/o juegos. Desmitificar. Ejemplos: juego con linterna en la oscuridad. Si el niño imagina la presencia de brujas y/o monstruos, en su habitación durante la noche, juega con él durante el día, apagando las luces de la habitación y fingiendo ser un detective, o un pirata en busca del tesoro. Así, poco a poco, tu hijo se acostumbrará a la oscuridad.

Niños de 8 a 10 años
- A estas edades ya se puede explicar el miedo y dar autonomía al niño para resolverlos. El niño tiene que implicarse. Sentirse implicado y quererlo. Sentir que su miedo no tiene sentido. Hay que inducir al niño a que encuentre una solución propia. Debe opinar él e inventar una solución. Es esencial que esté convencido de que su miedo tiene que acabar. Si continúa con miedo y ves que le está perjudicando en sus estudios y en su vida cotidiana, solicita la ayuda de un especialista en psicología. Y, sobre todo, ten en cuenta que es muy importante respetar los miedos de los niños evitando frases como: "Eres tonto por tener miedo". "No seas mentiroso". "No te creo".

domingo, 25 de agosto de 2013

Qué es un abuelo

DEFINICIÓN DE ABUELO, REDACCIÓN PREMIADA A UNA NIÑA DE 8 AÑOS

Un abuelo es un hombre que no tiene hijos y por eso le gustan los hijos de los otros. 

Los abuelos no tienen nada que hacer, a no ser estar allí. Cuando nos llevan a pasear, caminan despacio y no pisan las flores bonitas ni los gusanos.

Nunca dicen: ¡Vete de aquí!, ¡Te vas a dormir!, ¡Ahora no! ¡Te vas a pensar a tu cuarto!

Normalmente son gordos, pero lo mismo consiguen abrochar nuestros zapatos. Saben siempre lo que nosotros queremos. Sólo ellos saben como nadie la comida que nosotros queremos comer.


Los abuelos usan anteojos y a veces hasta consiguen sacarse los dientes. Los abuelos no precisan ir al peluquero porque son pelados o están siempre con los pelos prolijitos.

Cuando nos cuentan cuentos no se saltean partes y no les importa tener que contar la misma historia varias veces.

Los abuelos son las únicas personas grandes que siempre tienen tiempo para nosotros.

No son tan débiles como dicen, a pesar de que se mueren más veces que nosotros.

Todas las personas deben hacer lo posible para tener un abuelo, sobre todo si no tienen televisión.

Redacción de una alumna de 8 años, publicada en Jornal do Cartaxo, en Florianópolis/Santa Catarina, Brasil.

martes, 20 de agosto de 2013

Otra forma de educar: "Las escuelas vivas"

En esta entrevista a Jordi Mateu, educador, psicolingüista, coordinador del CRAEV (Centro de Asesoramiento e Investigación de Educación Viva) y padre dos niños y una niña, aportamos más información sobre un modelo educativo que genera quizás más escépticos que adeptos, pero que en cualquier caso empieza a influir en algunos centros educativos públicos catalanes.

Educación libre, educación no directiva, educación viva... Se utilizan varios conceptos para definir modelos similares. ¿Cuál es su diferencia?

Educación viva y libre es lo mismo. La primera tiene una historia no tan larga como segunda, y está desprovista de la carga ideológica y las connotaciones negativas atribuidas a la educación libre por parte de quienes no la conocen. A menudo se interpreta educación libre como libertinaje, sin límites ... y no es eso. Una escuela pública interesada en este modelo difícilmente aceptaría este concepto, porque generaría rechazo en la comunidad, pero sí que estaría cómoda con el atributo de escuela viva. Y luego tienen en común que son propuestas no demasiado directivas, es decir, que el niño es un sujeto más activo que en la escuela convencional: utiliza materiales manipulativos, tiene más vivencias físicas, experimenta, trabaja la implicación emocional...

¿Cuál es exactamente el principio básico de esta propuesta?

Percibir qué necesita el niño. Que tú como adulto seas capaz de observar qué le falta a ese niño para desarrollar todo su potencial, básicamente condicionando el ambiente. Y que conste que tal vez lo que necesita es muchos límites, en algún caso, o un grado más elevado de directividad.

Uno de los pilares de la educación libre o viva es también que el niño aprenda a través de lo que él necesita o desea. ¿Y si decide no aprender nada de historia, o de matemáticas? Esta duda, ahora simplificada, es la que tenían algunos lectores.

Es imposible. Un niño bien cuidado no puede no aprender. Esto de entrada. Si estás en un espacio donde te sientes seguro, no te sientes juzgado en función de lo que haces, no tienes miedo, estás en un ambiente adecuado, con una buena relación con tus padres... entonces sólo necesitas abrirte a experiencias para aprender. Un niño por sí solo toca, experimenta, vive, se sube a cosas... y como resultado va aprendiendo. Y claro, entonces el educador, que sabe qué es lo importante, le provoca situaciones, le hace propuestas, le presenta materiales, juegos, y a partir de ahí se trabaja.

Otra cosa es poner un punto de llegada en el desarrollo: "En sexto debe saber hacer fracciones", pero quizás ese niño lo que necesita en este momento es más actividades sensoriomotrices... Y le estás provocando angustia al no respetar su proceso.

En cuanto a la experimentación, y a la atención a las necesidades, hay un parecido con las escuelas rurales, vistas por muchos expertos e incluso por la Administración como un modelo a seguir.

Es que los movimientos de renovación pedagógica siempre se han reconocido en las escuelas pequeñas, familiares, multiedades... Sobre todo multiedades. Todo grupo de personas es heterogéneo, pero a menudo un adulto mira un aula de 25 niños de cinco años y los ve a todos iguales. Cuando son extremadamente diferentes. Por eso, si tienes un grupo clase con una variedad de niños de 3 a 12 años, inmediatamente ves que son diferentes. Entonces te planteas no hacer lo mismo con todos, un sistema de trabajo por rincones, con diferentes materiales, que los grandes ayuden a los pequeños... Esta es una de las bases de la propuesta libre: enseñanza heterogénea, que se base en el respeto a la diversidad.

Quizás no sólo se ve en las escuelas rurales. De hecho, algunos maestros que leyeron el reportaje que publicamos se quejaban en los comentarios que desde el sistema educativo público, con 25 alumnos por aula, también se desviven para dar salida a las motivaciones de los niños.

¡Y tanto! ¡Hay experiencias fantásticas! Muchos maestros trabajan cada vez más acompañando emocionalmente a los niños. Y puede que tengan proyectos que son bastante directivos y no quiere decir que sean malos. Si está bien enfocado, el niño puede estar muy a gusto.

En este sentido, ¿la Red de Escuelas Libres (XELL, en sus siglas en catalán) tiene una voluntad de influir en el sistema educativo y de convencer? ¿O de construir un sistema paralelo?

Convencer no sería la palabra, sino favorecer. En primer lugar, lo que quiere la XELL es proteger su modelo, porque todo lo que pone en cuestión el sistema está siempre en peligro. Después, apoya a la gente que empieza: asesora en cuestiones pedagógicas, económicas, legales... Entonces una familia topa con algunos de sus proyectos y dice: "Caramba, aquí los niños aprenden a leer sin que nadie les fuerce ni lo enseñe...". Entonces esta familia lo difunde en su entorno. Esta es la única influencia. No hay ninguna voluntad mesiánica de convencer a nadie.

Funcionar al margen del sistema también convierte las escuelas libres en privadas. Y, por tanto, elitistas, en tanto que no todos pueden pagar las cuotas. ¿Lo ve así?

En cierto modo, sí. Pero esto ocurre porque no hay una financiación de este tipo de escuelas. Una escuela pública es más del doble de cara que una escuela de la XELL, de promedio. La escolarización de un alumno cuesta unos 650 euros al mes. En cambio, en las libres unos 300. Y en las libres las ratios son de alrededor de una decena de alumnos por educador.

¿Esto cómo se explica?

Por gastos de administración, por el coste de algunas infraestructuras, porque la implicación de las familias en las escuelas libres ayuda a rebajar costes... Y porque el sueldo de los maestros en las escuelas vivas es muy inferior, lo que genera precariedad. Estos proyectos, a pesar de ser caros porque cuestan 300 euros al mes a las familias, son muy precarios y deficitarios.

Y esta situación hace también que se vea el conjunto de escuelas libres como una especie de guetto, sólo para cuatro. Pero es así porque no se financia ni se reconoce legalmente. Pero si no existiéramos, como existieron Summerhill en Inglaterra, o Roure en Cataluña, no habría las experiencias alternativas -con buenos resultados- en las que se reflejan ahora algunos centros públicos. Las grandes innovaciones pedagógicas siempre vienen de fuera el sistema.

Le trasladamos una última inquietud de un lector. Cuando se habla de estos proyectos nunca aparecen ejemplos de escuelas donde los alumnos sean ya mayores. De hecho, hay muy pocas. ¿Por qué?

En primer lugar, porque la Administración no lo pone nada fácil a partir de que el niño tiene edad de escolarización obligatoria. Esto es un condicionante muy importante. Pero en el caso de un aula de adolescentes también se puede aplicar este método. Detectar sus principales necesidades -que a menudo son saber qué hacen en el mundo, cuál es su identidad- y proponerles también experimentación, sobre todo de vivencias, y un entorno en el que se sientan confiados. Aparte de una actividad física importante, ya que se encuentran en una etapa de mucha energía.

En general, cuando los niños son pequeños las propuestas pedagógicas son más activas, pero cuando la escuela percibe que el niño ya entiende los razonamientos abstractos, a partir del lenguaje, pues decide que se ha acabado el tocar, sentir, pintar, expresar. Es la hora de los contenidos.

¿Plantear una enseñanza en la que se aprenda desde los conceptos abstractos hasta los concretos lo considera un error?

¡Es que el organismo no funciona así, ni el de los niños ni el de los adultos! Cuantas más vivencias reales tienes más conexiones neuronales haces. Pretendemos que los niños aprendan desde la lógica mental cuando a los adultos nos cuesta horrores: tomamos a un grupo de personas adultas y, sin ningún ejemplo, hagámosles aprender a sumar en base cinco, en vez de usar el sistema decimal. Alucinan... Pues ¿por qué trabajamos los colores a través de fichas a edades tan tempranas si lo acabarán aprendiendo por experiencia? ¿Por qué les agobiamos en segundo de primaria con las multiplicaciones si, una vez hayan vivido realmente qué es una multiplicación, aunque sea más adelante, lo entenderán perfectamente? Es como empujar hacia abajo el agua de un río.

Así pues, no es tanto el qué se aprende sino el cómo, ¿no?

Si entendemos el cómo como la creación de un entorno en el que el niño pueda vivir y, como consecuencia de estas vivencias, aprender, entonces sí. La lógica de la escuela es que aprendas cosas para después vivir. Siempre te preparan para, y a menudo suele ser para el mundo laboral. Hay que pensar al revés.

Jordi Mateu, educador, psicolingüista, coordinador del CRAEV