viernes, 30 de agosto de 2013

El miedo

Los niños aprenden a tener miedo
El miedo está relacionado a un comportamiento de otra persona. Cuando un niño se hiere, experimenta una sensación de dolor, pero cuando va a vivir una situación de riesgo y alguien le avisa con exaltación del peligro, el niño se parará a pensar y tendrá miedo. Y eso es emoción. El miedo no es una experiencia directa del niño. El dolor sí. El dolor es un aprendizaje directo y, por lo tanto, el niño sabe exactamente lo que ocurrirá. El miedo es indirecto, por lo tanto, no sabe lo que ocurrirá.

Qué hacer ante el miedo de los niños
Como el miedo aparece porque hay alguien que lo enseña, desaparecerá cuando haya alguien que lo disuelva. Jamás una madre que tenga miedo del miedo de su hijo podrá ayudarle a sentirse más seguro. Tendrá que estar segura primero de que continuar con ese miedo no le facilitará la vida sino que la entorpecerá. Está claro que hay que tener miedo. Es necesario para sobrevivir, diferenciar la realidad de la fantasía y temer a las situaciones reales de riesgo como tirarse por la ventana, salir volando o ser un superhéroe. Es necesario añadir que las diferencias para vivir los miedos siempre serán individuales y muy personales porque habrá niños que aún aprendiendo de situaciones reales con los miedos de sus padres sean más arriesgados que otros y, por lo tanto, sean menos miedosos. Y a ellos no hay que potenciales el miedo, sino enseñarles sus límites. Como, por ejemplo: el que no puede tener alas para volar como Superman, etc.

Otros tipos de miedos infantiles
Hay miedos que surgen con los cambios. Ocurren por reacción a una situación (cambio de escuela, casa, comida, amigos, lenguaje, etc.) que el niño haya tenido una vida estable anteriormente, que de pronto cambia sin previo aviso o sin que haya nadie que se haga de mediador en la situación nueva. Como reacción natural de cualquier ser humano a lo nuevo, aparece el miedo. Ante lo nuevo, no hay edad, este miedo lo puede experimentar igual un niño que un adulto, la reacción es de inseguridad. Cuando hay cambios, parece que todo está dando vueltas, y la primera reacción es el miedo.

Cómo desprenderse del miedo: ¿se quita el miedo?
Sí. El miedo es como un "vecino raro" que se instala en la casa. Si es bien recibido seguramente se quedará. Es como un mago. Si le quitas la magia, perderá su encanto y dejará de ser un mago. Al miedo, como al "Señor de los Anillos", hay que quitarle el poder. Y el poder siempre está por algo que desconocemos. La varita mágica es el desconocimiento. Por ello, hay que explicar, de una forma lógica, lo que produce miedo al que lo siente. Es primordial para quien quiera disolver el miedo de un niño, quererlo, creerlo, y estar convencido de que puede hacerlo. Es más: es necesario creer que el miedo no tiene utilidad para el niño, dándole una explicación lo más verdadera posible. Existen distintos miedos en la infancia. Pero, en todos los casos, es más fácil explicar el miedo como si fuera un mago, un vecino, algo raro, pero colectivo, para que el niño lo comprenda mejor.



Estrategias contra el miedo, según la edad de los niños

Niños de 4 a 5 años
- Contar un cuento inventando algo, un objeto más cercano y conocido por el niño, que sea como una varita mágica para dar seguridad. Ejemplo: en la historia de Dumbo. Le dio más seguridad saber "que para volar sólo tenía que llevar la plumita mágica". Así Dumbo perdió el miedo a volar.

Niños de 6 a 7 años
- Acompañar al niño en el miedo. Hacer que se sienta seguro. Poner humor y/o juegos. Desmitificar. Ejemplos: juego con linterna en la oscuridad. Si el niño imagina la presencia de brujas y/o monstruos, en su habitación durante la noche, juega con él durante el día, apagando las luces de la habitación y fingiendo ser un detective, o un pirata en busca del tesoro. Así, poco a poco, tu hijo se acostumbrará a la oscuridad.

Niños de 8 a 10 años
- A estas edades ya se puede explicar el miedo y dar autonomía al niño para resolverlos. El niño tiene que implicarse. Sentirse implicado y quererlo. Sentir que su miedo no tiene sentido. Hay que inducir al niño a que encuentre una solución propia. Debe opinar él e inventar una solución. Es esencial que esté convencido de que su miedo tiene que acabar. Si continúa con miedo y ves que le está perjudicando en sus estudios y en su vida cotidiana, solicita la ayuda de un especialista en psicología. Y, sobre todo, ten en cuenta que es muy importante respetar los miedos de los niños evitando frases como: "Eres tonto por tener miedo". "No seas mentiroso". "No te creo".

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